VIOLENCIAS A TRES TIEMPOS (y los que vendrán).

 

PRIMER TIEMPO. Pièce de Résistance: Margot I.

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La imagen apareció ante mí.

Soy caracol, soy presencia y ausencia al mismo tiempo.

El mundo es violento y yo soy parte del mundo.

¿Qué es el mundo y qué es la violencia?

Enroscándome en mí-misma puedo protegerme, encerrándome sobrevivo.

Otros señalan mi encierro como rechazo, para mí es una manera de ser.

Siendo yo, soy mundo.

Cuando me asomo salgo ante el otro. Para mí es ser-otro.

Comienzo a crear otro mundo y entonces comienza otra violencia.

Mi exquisita violencia.

 

SEGUNDO TIEMPO. X Marca (Sólo) una casilla X I.

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Desde que nacemos somos clasificados por un otro que no quiere ser yo, y que no quiere ser “sí mismo”, otro que negándose me niega. Un ser sin ser llamado poder impuesto. Jugando con las palabras diremos que: somos clasificados para no ser nosotros y para convertirnos en objetos, con el objetivo de ser objetivizados.

Una vez despojados del ser pasamos a ser cosificados. Las cosas tienen una utilidad y para controlar su utilidad, es necesario clasificarlas: Edad, sexo, raza, nacionalidad, religión, preferencia sexual, estatura, peso, ingresos promedio, gustos e intereses…

Esos poderes que son las empresas, los gobiernos, las instituciones (¿los otros?), saben muy bien lo que necesitan hacer: “Necesito” saber de ti para controlarte y también “necesito” que nunca llegues a conocerte para que no me quites ese control.

 

TERCER TIEMPO. Hombre mirando al cielo estrellado I.

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¡Silencio por favor! Necesito silencio ante el ruido que me aniquila. ¡Maldito televisor! ¡Maldito estéreo del vecino! ¡Malditos gritos de vendedores! ¡Maldito ruido de las motos! ¡Maldito el ruido de claxon, de alarmas, de cohetes! ¡Maldito el ruido del otro y maldito mi propio ruido! Necesito escucharme y escuchar al otro ¡silencio por favor!

Las obsesiones tratan de esconder el desastre cotidiano de no-poder-ser. Las obsesiones aparecen por la necesidad de controlar cualquier cosa, ante el sentimiento de pérdida de control de sí mismo. Cualquier tarea cotidiana como ordenar, planchar, lavar la ropa, cocinar, regar una planta; puede convertirse en la prisión obsesiva o en la acción más liberadora del goce cotidiano.

La convivencia con la pareja (por ejemplo), no es más que la convivencia con el “otro-yo”. Los mundos y las violencias propias las destruimos y las construimos todos los días.

¡Silencio por favor! Estoy a punto de salir al ruido…

 

OTROS TIEMPOS

Si alguien o algo tiene algún tipo de poder sobre mi, es porque yo se lo entregué. La violencia no es una sola, las hay visibles e invisibles, y no todas son perversas, sí, usted leyó bien. Cuando me encierro en mí-misma construyo la violencia necesaria para destruir la violencia impuesta y arrebatarle al otro el control que le otorgué.

Comienzo a ser yo.

¡Silencio por favor!

Estoy lista para escuchar al otro.

 

Paola Aimée.

17 de agosto de 2016.

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